Hoy vamos a prestar atención, como venímos haciendo en las últimas entradas, a los Principios Básicos de Stott Pilates®, nos toca comentar el tercero, la Caja Torácica. 

Nuestra musculatura abdominal, concretamente los oblicuos, deben trabajar para mantener estable y alineada la caja torácica con el resto del cuerpo. Cualquier posición donde no esté centrada en relación con la pelvis o la columna cervical podrá generar un exceso de presión articular en la columna, pudiendo provocar algún problema a medio/largo plazo. Es muy común que la caja torácica pueda compensar déficits de movimiento en otras articulaciones como la cadera o la columna torácica, desplazándose excesivamente hacia delante o hacia los lados al movernos.

Cuando realizamos ejercicios en Pilates debemos, por tanto, pensar en mantener nuestra caja torácica alineada. Para ello, una buena imagen puede ser pensar en generar una elongación axial asociada al movimiento, eliminando la presión y facilitando el movimiento y la estabilidad de la zona. Cuando nos tumbamos boca arriba (tendido supino) y estiramos las piernas o llevamos los brazos hacia atrás, la caja torácica tiende a elevarse y la zona lumbar a arquearse en exceso, para ello, debemos notar un ligero soporte (no rigidez) de nuestros oblicuos para evitar un movimiento excesivo.